jueves, 3 de enero de 2008

El comienzo

El alma debería tener el mismo mecanismo que el cuerpo… cuando algo le sienta mal te aprieta fuerte el estómago, lo retuerce y estremece hasta que consigue sacar ese alimento dañino fuera de él… Me encantaría que todo dolor que he sentido y sentiré fuera fácil de vomitar, así podría tirar de la cisterna tranquila para encontrarme mucho mejor.

Y aun así, tras muchos resfriados y empachos sentimentales, sigo sin ser totalmente inmune, aunque con el tiempo todo afecta relativamente menos, creo que porque empiezan a aparecer cosas que importan relativamente más.

Vuelvo a decir “relativo”, porque para mí la importancia la damos nosotros mismos y a veces creo que nos centramos tanto en las hipotecas, en los trabajos, en los estudios…. En el dinero, que nos olvidamos que el mundo está formado por personas que, normalmente, ni se compran ni se venden y que a veces dejamos demasiado de lado, cómo si todo tuviera mucho más valor.

A veces me encantaría que cuando la persona a la que querías te deja, cuando el amigo te traiciona, cuando la familia te hiere… pudieras cobrarles todos los te quiero que les dijiste, las lágrimas que derramaste por ellos, las noches en vela… Porque está claro que muchos no valoran lo que no cuesta dinero, lo que el vil metal no adquiere, ni se puede ahorrar durante meses para tenerlo.

Así es el mar, bello y abundante, intenso y agradable, pero gratuito e infravalorado
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1 comentario:

Juanka dijo...

Esa es la diferencia radical que existe entre el dinero y los sentimientos. A cambio nunca te acordarás de aquel billete de 20 euros que te gastaste. XD (qué azul era...)