miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cosas Sencillas

Abrí el armario y escogí una corbata cualquiera, una camisa que no estuviera muy sucia y un pantalón, me los coloqué a la carrera, ya que el despertador no me sonó esta mañana, y me dirigí hacia la cocina a tomar una horrenda taza de café precalentado del día anterior. Ahora estoy frente al espejo, contemplando mi lánguida figura vestida de mamarracho, con una combinación extraña de colores y tejidos, mitad vagabundo mitad ejecutivo de alto nivel, y es en este momento “diseñador de ropa” cuando aprecio tu innato gusto y tu primorosa dedicación a escogerme el mejor atuendo día tras día durante los últimos veinte años, quizás...

Aun así salgo a la calle, la gente me mira con desconfianza y a algunos sorprendo cambiándose de acera, en el fondo todo esto me produce una triste gracia. Llego al trabajo, y de nuevo todos me miran, me dan ganas de gritarles cruentos improperios a cada uno, pero me contengo, ellos también lo hacen, sonríen con compasión y no se ensañan ni con mi vestimenta ni con el lamentable estado del que hago claramente gala. Pero el jefe me conoce, sabe por donde van los tiros y que últimamente vuelan muy bajo, y me hace pasar a su despacho nada más entro por la puerta de la oficina. “Unas vacaciones”, no es un despido, otro síntoma evidente de la caridad humana, la agradezco y me como mi orgullo, pero en el fondo no puedo más que odiar esos actos misericordiosos que tienen hacia mí, y lo hago porque lo único que yo necesito eres tú. Vuelta a casa de nuevo, ahora en mis vacaciones forzosas dispondré de mucho más tiempo de auto-tortura, comenzando porque me paro en una pastelería.

El olor a moras me paraliza, están haciendo tu pastel, el mismo que preparabas los sábados por la mañana, ese que hacía que su aroma se te impregnara en el pelo y en la ropa y terminaras oliendo a moras todo el día, es curioso, pero hasta hoy no me percaté de dicha fragancia dulzona y sin embargo debo habértelo olido más de mil sábados. Me compro una porción y me la llevo para comer en casa. Una vez allí, me siento en el sofá, enciendo la tele y me dispongo a degustar aquella cosa con algo morado por encima. Sin más pena que gloria la dejo a medio terminar sobre un plato sucio del día anterior que estaba sobre la mesa, no sabe mal, ni bien, simplemente no me sabe a nada porque no me sabe a ti.

Abandono la programación por imposible y apago el botón. Me reincorporo con algo de esfuerzo, cansado, preguntándome como puede estar así una persona que ha estado en la cama la noche anterior durante diez horas, pero sé la respuesta, apenas dormí. La cama se me ha hecho un universo negro donde yacer sin esperar nada más que el día, paso frío por las noches y mantengo conversaciones larguísimas conmigo mismo, sin palabras, durante horas, no llegando a ninguna conclusión esperanzadora. Entonces me acuerdo de tus consejos en mi oído con la luz apagada, mientras me abrazabas, de tu hilito de voz casi imperceptible. La verdad que nunca te escuché, cerraba los ojos y dormía al instante, pensaba que era por la vida estresada y el ritmo agotador que llevaba, pero ahora descubro que era porque sabía que tú estabas conmigo allí.

Me planteo ya la posibilidad de enfrentarme a la casa, a la vida después de un mes, me siento en la mesa con hoja y papel, y comienzo a escribir.

“Sé que ya no volverás, me has dejado, y sin embargo es ahora cuando percibo las cosas sencillas que te hacían importante. Echo de menos tu sonrisa, tus ojos brillantes y la forma de maquillarlos todos los días para ir a trabajar, tus medias secándose en el cuarto de baño, tus abrazos cuando los necesite y cuando no, tus besos, tu forma de adornar los platos de comida, tus silencios cuando te enfadabas conmigo, las tardes de cine en casa, las horas de hablar sobre temas insustanciales, verte leer un libro en la cama, cuando bailabas en la cocina con la radio puesta, tu manera te tocarme el pelo... Echo de menos echarte de menos sabiendo que hay posibilidad de verte pronto, y sin embargo ahora me queda solo la impotencia de poder decirte lo siento”

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